sábado, 10 de septiembre de 2011

TITO EDUARDO

Los días iban avanzando entre cortos paseos por el centro de Cádiz y las visitas que me hacían mis allegados. Algunos me habían visto en el hospital, otros habían esperado convenientemente a que Papá y Mamá se asentaran en casa conmigo. Por eso Tito Eduardo tardó varios días en aparecer. Mis papás se alegraron mucho al verle y él se alegró mucho al verme a mí. Al menos eso es lo que yo sentí. Me hizo un montón de carantoñas imposibles arrugando la cara y poniendo voces raras. Yo me pensé que era un monstruo. Pero un monstruo de los buenos, de esos que, como mucho, se atiborran de galletas y quieren asustar pero no pueden. La verdad es que me cayó bien desde el principio. No venía solo. Vino con una mujer llamada Violeta que olía a dulce. Me enteré de que su especialidad era la repostería. Era experta en hacer tartas y bizcochos de todo tipo. A mí me habló con suavidad, con un acento como de azúcar. Los dos me dedicaron palabras muy bonitas y yo les devolví, a mi forma, mucha alegría. Lo que pasa es que lo de las sonrisas todavía no me salía muy bien. Pero abría mucho los ojos como para indicar que lo que decían me parecía muy bien. Luego supe que Tito Eduardo era todo un aventurero. Que estaba preparado siempre para todo y que tenía reservadas para mí lecciones básicas de la vida. Por ejemplo, si sales de excursión al campo, no hay que olvidarse de la albahaca para los bocadillos. Papá se quejaba mucho de él, de que no llegaba a los grandes momentos, de que faltaba a las grandes citas. Pero eso son tonterías. Porque Tito Eduardo siempre estaba ahí. Incluso cuando se iba lejos, como a Egipto y otros sitios estrambóticos, se le sentía cerca, como si pudiera aparecer en cualquier momento. Aquel fue el primer día que le vi. Y siempre que lo veo desde entonces deseo que vuelva pronto.

1 comentario:

  1. Es que me dan ganas de llorar cuando te leo, Martín. Escribes de dulce! Espero que tito Eduardo también se haya emocionado y se haya dado por aludido y venga a vernos más! Y no solo para hacernos test psicológicos, que me temo que dentro de nada es capaz de hacerte uno a ti...

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